HA GANADO EL MEJOR

Que no el más guapo, ni el que mejor baila.

No se puede tenerlo todo, eso es bien cierto. Pero quién quiere tenerlo todo cuando se tiene un cuñado dispuesto a limpiarte el camino hacia la victoria final -para esto ha quedado el otrora flamante Castle, qué ironías, ¿se acuerdan de cómo era el mundo al inicio del mundial?-.

No hacía falta. Me refiero al momento en que, avanzado ya los tres cuartos del gran premio, Castle se encontró con los dos pipiolos favoritos, Sullivan y Sato, en una curva y -tras sufrir un "sindrome de Vietnam", según testimonio del piloto, al recordar cómo Sweet le sacó en el G.P. La Casa Azul- decidio tirarse a/por el alcarreño, dejándole con el Kart mirando a su Meca -la ermita de El Espinar de Alcocer- y en dirección contraria a la normal marcha de la carrera.

Insistimos, no hacia falta, porque Sato rodaba a esas alturas en tercera posición, puesto en el que terminó, lo que le aseguraba el campeonato. De todas maneras, siempre quedará en su corazón la muestra de fidelidad y gratitud de aquel miembro de la familia del cual nunca esperaríamos nada parecido: el/la cuñado/a. Toda una reivindicación de esta denostada figura de nuestros entrañables banquetes navideños.

Ciñéndonos a la carrera en concreto, el campeón la hizo épica y repleta de mérito. Hay que recordar que tras la clasificación salía en la 4ª línea -8º lugar- de la parrilla de salida, justo detrás de Sweet (6º puesto), lo que dejaba todo bastante abierto; además, el campeón perdía más de dos segundos y medio con la pole, Martín -1:07,226-. Pues en estas, aunque algo más agresivo que en anteriores carreras, con la calculadora en la cabeza pasó en tercer puesto por meta. Probablemente, y aunque no ganase, pueda tratarse de la mejor carrera del nuevo idolo de minorias cualificadas y bizarras.

En términos generales, la carrera fue loca y sucia, llena de trompos y salidas de pista que hicieron las delicias de la nutrida concurrencia, entre las que no faltaban bellas señoritas que llenaban la tribuna de padock. Como muestra, el ejercicio acrobático de Manuel, 2º clasificado (1:07,583), que saltó una doble línea de ruedas de seguridad con su kart, según recoge una imagen de video que en cuanto nos llegue publicaremos.

La carrera fue de Joan (1:08,632) que se benefició del trabajo de zapa que realizó Castle -que acabó en 5º lugar, 1:08,944- despejándole la carretera tras derribar primero a Dominick (1:08,594) y más tarde a Sweet (1:09,569), para, con una conducción maestra, encaramarse a lo más alto de la carrera, no consitiendo en abandonarla hasta que no se topó con la bandera a cuadros al final de las 12 vueltas. Todo un hallazgo el piloto de pruebas de Trastornaos K.T. que presenta candidatura para el próximo año.

Seguimos y no damos abasto. Una vez cumplida la fechoría de Castle -al cual no le dolían prendas en contarla a quien le prestase oídos al final de la carrera-, los dos damnificados debieron caer en estado de postración, letargo o depresión porque perdieron varios puestos. Así, Dominick acabó en 7º puesto y Sweet enterró el campeonato en un 10º puesto -el peor concurso de la Esperanza de la Hoya del Infantado.

No obstante, los dos puntitos del alemán de Golden Eagle K.T. resultaron ser muy útiles al final, pues significaron el campeonato de constructores para la marca, en perjuicio de Trastornaos K.T., por tan sólo un punto de diferencia. La cara que Perico Briatore puso al final de la carrera lo decía todo y, según fuentes próximas, se le oyó espetar en la cara de un Sweet hundido, la expresión "you´re fired" ("estás despedido" en alcarreño). Decididamente, no fue el día del Gran Sullivan, pese a que se queda con un notable subcampeonato mundial.

Por último, nos gustaría destacar el 6º puesto (1:09,475) de Auto-Cad, la mejor participación de un piloto cuestionado y maltratado por su escudería, y que ha realizado un campeonato de menos a más, acabando el año por delante del inefable Botijo, 11º puesto (1:10,185). Sin duda, que la petición de aumentos de emolumentos por parte de este chiquillo loco, que prontó pasará por el altar, está más que justificada.