Todo estaba preparado y no faltó nada ni nadie.
Ahí estaban las Mama Chicho, salvo la churri de Correa que ya había quedado con el juez; el resto hizó todo lo posible por estar y consiguieron puntualmente sus permisos de horas para salir de sus respectivos centros de desintoxicación.
Y el botox hizo el resto: lucieron guapísimas.
El presentador de la gala, clavado al Andoni Ferreño pero sin alzas, también estuvo a la altura -y no es un juego de palabras-. Se ve que había mamado de las mismos pechos que el mito e imagen del canal de culto, porque supo dar a la gala ese estilo glamouroso que respiraban las transmisiones noventeras de los combates de Poli Díaz.
¡Ah, por cierto!, que también se dejó ver por allí ese centauro, más que potro, de la populosa barriada obrera de Vallecas, cuyas calles compartió -por fortuna sólo calles, sin hostias- con el indudable favorito bizarro de este año, nuestro entrañable Botijo.
El lugar de la celebración, en el diferente y divergente barrio de Chueca, fue un hervidero y un ir y venir de caras bonitas y famosas. Entre todas ellas, queremos resaltar la de Auto-cad, que dejó a todos deslumbrados por la preparación física seguida para esta temporada, que ha torneado su cuerpo de tal forma que hizo las delicias de todos los muchachos de alegre vivir, que pueblan este moderno barrio madrileño.
En otro orden de cosas, Auto-cad salió al paso de los rumores sobre un supuesto ataque de ansiedad que habría sufrido y que le habría llevado a aparecer por el circuito de Cabanillas una semana antes de la carrera -eso sí a la misma hora- junto a su inseparable Pelocurva. ¿Quién llevó a quién? ya saben ustedes que las culpas van de uno a otro, sin que ninguno de nosotros hayamos podido aclarar, hasta el momento, de qué cabeza nació tal despropósito. Ellos lo niegan todo.
No obstante, se echó a faltar el poderío y arte de la presentación del Trastornados K.T., y es que este equipo parece haberse gastado todo su presupuesto en el magnífico diseño de imagen obra de Ray Agueda, lo que les ha dejado sin parneses para pagarse un triste canapé de sardinillas.
¿Dónde puede llegar esta escudería sin la mano de un buen magnate que pueda hacer la ingrata vida del plumilla más llevadera al pagarse unas copas a tiempo?
Esto es algo que todavía no sabemos. De todas formas el primer asalto lo salvó Botijo a última hora cuando salió a la calle, y echándole reaños de sobra, robó un taco de tarjetas de "copas 2x1" del local de enfrente a un pobre relaciones muerto frío, repartiéndolas a tiempo por las manos de unos cronistas que ya empezaban a escribir en sus trabajos las más funestas predicciones para esta escudería, que tantas posibilidades nos merece, sobre todo tras la copa de gorra.
Y es que no hay nada que un buen JB con limón no enderece. También esta crónica.
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