martes, 11 de mayo de 2010

¡QUÉ DIVERTIDO!


No se puede titular de otra manera la crónica de esta carrera. El día comenzó con ciertas incógnitas. Desde las escuderías los pilotos entablaban comunicación directa con la FIB tres horas antes de comenzar el Gran Premio Casa Goyo con el objeto de certificar su suspensión. La Federación achicaba agua de lo que se preveía como un diluvio sin precedentes en el historial de la competición, y Auto-cad recibía el siguiente mensaje de la FIB: "Circuito sequito como culo de niño. Adelante con los faroles".

Sí, así es, como lo han sospechado: era algo totalmente incierto.

El circuito estaba calado, la última curva en recta de llegada lucía más que como charco como un pequeño, pero respetable, lago. En ese escenario lo único que se podía esperar de los pilotos es que danzaran como bailarinas y así lo hicieron.

El festival de trompos, choques y salidas fue de aupa. Los controladores del circuito sacaron tendinitis de tanto agitar la bandera amarilla. Cada dos por tres se veían coches apartados, trazadas imposibles, giros a babor y a estribor más que a derecha e izquierda de tan barcos como parecían los pequeños monoplazas.

Los karts no tenían dirección. O se entraba despacito en cada curva y se conseguía dar la vuelta por el exterior a velocidad de vieja, o entre la dirección y el freno -en terreno más seco si no olvídate- se intentaba girar el monoplaza para entrar del lado correcto -en el mejor de los casos- en cada curva. En fin, había mucho que pilotar. Sin duda, el gran premio que más exigencias ha planteado en este terreno.

Y así, nos dimos cuenta de que los buenos pilotos son como las setas: salen con la lluvia. La cosa se puso rápidamente para el veterano de la parrilla -en ausencia de Breackneck y Moderate-. Botijo hizo el mejor tiempo en las tandas de entreno y clasificación. Conclusión: su primera pole (32,95) -una vez eliminada con la lluvia la penalización que los kilos imponen al Duende del Mercado Viejo a la hora de buscar su vuelta rápida-. Detrás de él se situaron Sato y Fer (33,07 y 33,28, respectivamente). Sato -vigente campeón del mundo y del Gran Premio del año pasado- ha vuelto con su pilotar seguro y calculador, cediendo terreno sólo ante la master class realizada por Sullivan; pero nos atrevemos a predecir que volverá a lo más alto en próximas carreras. Fer, por su parte, es un rookie que en su primera carrera se coló en la terna de salida. Este piloto nos trae inmejorables referencias como empleado del circuito Carlos Sainz. Los pilotos sabían que había que marcarlo de cerca, pero con tanta agua, a duras penas podían ver el morro de su kart, así que la cosa se antojaba mucho más salvaje y solitaria. No era el día de estrategias.De todas formas, todo estaba muy igualado y confuso. Entre el 1º y 8º piloto había menos de un segundo de diferencia (95 centésimas), por lo que la lucha definitiva se dejó para la carrera final.

Y en esas estabamos, cuando en la salida, rápidamente se puso en cabeza Botijo tapando en la primera curva a Sato. Poco después comienza el show. Sweet adelanta hasta el 2º puesto desde el 4º que partía en la salida.

Tres vueltas de las 24 aguanta Botijo a Sullivan detrás y esto pesa demasiado al primer piloto -por no decir que se hizo caquitas- que ve en cada curva demasiados huecos que tapar con el agua amenazando a cada paso una salida de pista. En una de esas, en la recta de llegada, hace un trompo que le hace perder no solo la primera posición sino todas, pasando al último lugar al quedar totalmente atravesado en el circuito. Si tenemos en cuenta que al final de cuentas se hizo con el botijillo de bronce, la remontada del primer y originario Botijo de Oro es de mención, sin lugar a dudas. Y no es la primera, por mucho que lama sus heridas todavía.

Pero volvamos a la carrera, Sweet ocupa el primer lugar, un liderazgo que ya no abandonará el resto de las 21 vueltas que faltaban. Ni un solo trompo, ni una sola salida, ni un solo mal gesto. Si los pilotos salen como las setas, estamos ante el más cabezón de los champiñones claramente. Blanco y tierno como el Pan Bimbo, acabó de forma angelical la carrera y seguro que no tendrá necesidad -no lo dudo ni por un segundo- de echar a lavar su preciado mono de Barón Rojo de la Infantería patria. Así de rasante vuela el nuevo ídolo del aire.

Lo del resto, siguiendo con el recurrente bélico, se asemejó más a una patrulla por la selva vietnamita de Platoon, o de Forrest Gump. Allí, como diría mi muy mejor amigo Bubba, llovía por todos los lados, hacia arriba, hacia abajo y de lado. Y el baile no se hizo esperar. Ningún piloto sabía qué lugar ocupaba en carrera, salvo Sweet. Los pilotos trompeaban vuelta sí y otra también y la radiofrecuencia oficial -adquirida por la FIB a un primo del Dioni que se ha dado a la fuga- no funcionó en ningún momento. Salvo los tres primeros clasificados y botijillos (1º Sweet, 2º Sato y 3º Botijo) el resto de la tropa perdio vuelta (4º Joan, 5º Fer y 6º Pelocurva, 1 vuelta; 7º Autocad y 8º Luso Mendes, 2 vueltas; 9º Chumi, 3; y 10º Vittore, que fue el piloto más seguro de todos, llegó a 5 vueltas).

Y esto podía haber acabado aquí y santas pascuas y alegría. Pero existen aspectos aledaños que nos vemos obligados a comentar aquí, esclavos de la libertad -bello oxímoron no me digan- como somos.

Es el terreno de las ausencias.

¿Por qué no vino il patrone Perico a esta carrera? ¿Acaso el agua no hace lucir de igual manera su moreno U.V.A.? ¿O palidecen, con el pelo lacio y mojado, las churris que acostumbra a lucir en el motor-home del galáctico Sweet? Sea una cosa u otra se le hechó en falta, sobre todo a su chequera que todo lo puede a la hora de los valientes frente al camarero.

Otra ausencia no menor, fue la de Castle. Estaba claro que no era el Gran Premio de pilotos rápidos y viscerales -que se lo digan a Pelocurva que no tuvo definitivamente el día-. No dudamos, ni por un segundo, que el actual Botijo de Oro habría sido capaz de ganar este Gran Premio también, eso sí, en el apartado de trompos y salidas de pista. No obstante, el hecho de refugiarse en el miedo y no aparecer, no nos parece conducta bizarra a la altura del galardón que porta. Veremos que hace en siguientes citas el de Fuenla.

Si me preguntas a mí, les diré que el duelo entre Sato y Sullivan promete ser vital para el desenlace, con demasiada ventaja para el alcarreño que cuenta con una participación más que el Témpano Palentino.
Se verá.

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